Pbro. Dr. Julio César Saucedo T.
Arquidiócesis de México
Comentario al Evangelio
¿Qué dice el texto en su contexto?
En primer lugar, no puede pasar desapercibida la imagen nupcial que impera en la parábola, símbolo de un encuentro que será definitivo. Justamente, el texto se encuentra en una sección del evangelio según san Mateo de carácter escatológico. ¿Qué quiere decir esta palabra? Escatología es una palabra griega compuesta por dos conceptos: eschatos, que significa lo último, y logos, que significa tratado. Decir que, es un texto escatológico significa que alude a lo último de la vida del ser humano; por tanto, cuando el Señor venga en su gloria, o te llame a su presencia habrá que estar preparado(a).
Para poder comprender esta actitud creyente, en la parábola encontramos narrada una costumbre nupcial dada en Oriente. Según el biblista italiano GIANFRANCO RAVASI, el último día de los festejos hacia el atardecer, el novio salía acompañado de sus amigos hacia la residencia de la novia, quien esperaba con sus amigas. Cuando caía la noche, ésta era iluminada con las antorchas o lámparas, dejándose escuchar tanto las voces de alegría como los pasos de todos los que van encaminándose para acompañar a los futuros esposos.
Posteriormente a la llegada, se conformaba una sola comitiva dirigiéndose, ahora, hacia la casa del esposo, donde se celebraría el matrimonio y después el banquete nupcial. Es, prácticamente, en un contexto así que, el esposo tarda en llegar y el sueño sobreviene sobre las amigas que formarían el cortejo de la novia; y en esa pesadez del sueño, cinco de ellas no previeron el aceite suficiente para encaminarse hacia la casa del esposo.
¿Qué nos dice el texto?
De esta narración surge una antítesis: la noche y la vigilia. Tanto en el Antiguo como Nuevo Testamento, la noche es comprendida como una prueba, representa la angustia y la incertidumbre. En el evangelio según san Juan, la noche representa la duda (ej. Nicodemo), como la traición (ej. Judas Iscariote). Ante esa oscuridad indescifrable, el cristiano está llamado a mantenerse despierto con las lámparas encendidas que, representan las buenas obras; pero obrar conforme a la propia dignidad filial, no es un movimiento que provenga del horror o terror de que el Señor te cierre la puerta, sino de la invitación en el amor que Él te hace para participar de su comunión. Como dice el antiguo soneto a Cristo Crucificado: «No me mueve mi Dios, para quererte el cielo que me tienes prometido, ni me mueve el infierno tan temido para dejar por eso de ofenderte […] Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera, que aunque no hubiera cielo, yo te amara, y aunque no hubiera infierno, te temiera».