Pbro. Lic. Marcos Rodríguez Hernández

Diócesis de Xochimilco

Comentario al Evangelio

El domingo pasado terminábamos la lectura de los tres anuncios de la pasión según el evangelista Marcos; El Mesías tenía clara su meta: llegar a Jerusalén para entregar su vida y ser glorificado por Dios.

El texto evangélico de este domingo nos ayuda a cerrar la formación del discípulo de Jesús, que estuvo también anunciado desde el principio: Si alguno quiere venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, cargue con su cruz y me siga (Mc 8, 34).

Renunciar es ser el servidor de todos (¿Quién es el más importante en el reino?, los lugares que buscan los Zebedeos), dejar los bienes para obtener mayores (el hombre rico). Cargar la cruz es tomar la vida y llevarla al plan original de Dios (la enseñanza del matrimonio, el rechazo al pecado desde la raíz).

Estos pasajes se desarrollan en el camino que Jesús recorre a Jerusalén, como ya lo habíamos señalado. Ahora encontramos a un lado del camino a un hombre ciego, que sólo había escuchado hablar de Jesús. Es la posición del discípulo que busca con sinceridad a Jesús y por ello se pone a gritar: ¡Ten compasión de mí!

Se contrapone a los apóstoles, que, al no entender el plan de Jesús, se detienen en discusiones inútiles. Se contrapone a nosotros, que somos seguidores de Cristo, pero no ponemos en práctica toda nuestra doctrina, sino sólo aquella que nos conviene. Que incluso podemos ser obstáculo para los Timeos actuales, callándolos o no dejando que Jesús los escuche.

¿Por qué no ser mejor esta comunidad que dice ánimo que el maestro te llama? ¿Por qué no ser este Bartimeo que deja su manto como signo de renuncia a su vida anterior para llegar a Jesús?

Mientras el hombre rico le pregunta que debe hacer para conseguir la vida eterna, los Boanergues le exigen un lugar en el reino; este hombre es interrogado por Jesús: ¿Qué quieres que haga por ti? La respuesta es obvia, que vea. Si bien se traba de la curación de la vista, Marcos nos presenta una imagen espiritual: la fe es la herramienta necesaria para seguir a Cristo. La fe es quien nos ayuda a tener una buena actitud frente a los bienes, a los poderes de este mundo y a seguir el camino del evangelio.

Por lo que Bartimeo al ser curado, comienza a caminar a lado de Jesús. Su fe, que lo ha salvado, es ahora su guía en el resto del camino, con Jesús. Una aplicación práctica es sin duda adherirnos al proyecto de Jesucristo con la certeza de que tiene respuestas para nuestras vidas. Es un constante dar el salto a lo que él nos enseña desde el Evangelio para lograr el verdadero discípulado. Es ser animador en la comunidad a la que pertenecemos -parroquia, familia, círculos concretos donde desarrollamos nuestra vida cotidiana- para que otros también se dejen acompañar por Cristo.

Nos encontramos ya en las puertas de Jerusalén, donde Jesús estará en sus últimos días. Nos encontramos también en los últimos domingos del año litúrgico, donde una vez más renovamos nuestro seguimiento de Cristo. Valdría la pena preguntarnos si hemos logrado un renovado discipulado o si necesitamos recorrer de nuevo el camino de la propuesta de Jesús. Cualquiera que sea nuestra respuesta, tenemos una mirada más abierta y sensible a ser acompañados por Jesús.

Domingo XXX - Tiempo Ordinario - Ciclo B