Pbro. Lic. Marcos Rodríguez Hernández

Diócesis de Xochimilco

Comentario al Evangelio

Por segunda vez en este tiempo litúrgico, se presenta la figura de Juan el Bautista. En este domingo dos elementos se subrayan en el evangelio de Juan.

La primera es una presentación exigida por los judíos: ¿Tú quién eres? Como toda definición, Juan dice primero que no es: no es el Mesías, no es un profeta, es la voz que clama en el desierto.

La segunda es su misión: predica el bautismo de arrepentimiento, pero abre la esperanza de alguien que vendrá a bautizar en el Espíritu Santo, con fuego.

En este tercer domingo de adviento, a la mitad del camino que nos prepara a la navidad, conviene también que nosotros nos definamos frente al misterio que estamos por celebrar. ¿Quién soy? No lo que mostramos a los demás, sino quien soy en mi relación con Dios. Si realmente sigo mi fe en la postura del evangelio, o me dejo llevar por el tiempo y sus circunstancias.

La definición personal hace que no cree expectativas a los que me rodean. Ni a mi persona. El adviento y la celebración de la Navidad no son falsas expectativas; es una promesa cumplida. Jesús está presente entre nosotros.

El evangelio de Juan habla de que el bautista no era la luz, sino testigo de la luz. Su misión era el anuncio de la llegada de aquel que ha de venir, a quien no es digno de desatarle la correa de sus sandalias.

Nosotros en este momento de oscuridad, debemos ser testigos de la luz, porque Cristo nos ha transformado y por ello nuestras obras son un signo de esperanza en este mundo dividido. La única manera de que seamos testigos de la luz es el servicio. Navidad es una época donde podemos ejercer la caridad no como una obra meritoria, sino como un sentimiento que nace de la llegada de Jesús a la historia humana.

Solo así podremos experimentar la verdadera alegría, la que permanece y que nos invita el apóstol a vivir. La alegría que se transforma en fidelidad, y en el cumplimiento de la promesa hecha desde antiguo.

En María, la mujer creyente, encontramos esta alegría, fidelidad, servicio y testimonio en el canto del magnificat, que hoy tenemos como salmo responsorial. Pero a ella, le dedicaremos la atención el próximo domingo.

"Gaudete in Domino"