Pbro. Lic. Marcos Rodríguez Hernández
Diócesis de Xochimilco
Comentario al Evangelio
La situación mundial nos presenta un cuadro hasta cierto punto desolador. La guerra está presente en muchos lugares del planeta; el cambio climático hace cada día más estragos en distintas ciudades, la economía no está al alcance de todos, la política se enmarca en ideologías que lejos de buscar el bien común, busca el bien de unos cuantos. Esta situación no es nueva en nuestra historia. Y siempre tenemos la impresión de que la historia se repite como un ciclo, y que este ciclo no tiene fin.
El cristianismo ha reflexionado los acontecimientos de la historia humana y los ha tratado de interpretar de diversas maneras. Una de ellas la ha llamado teología de la historia; los eventos de la historia humana están enmarcadas en la historia de la Salvación, que es la intervención de Dios en esos acontecimientos. De esta manera podemos tener una forma de no desilusionarnos, sino generar y vivir en la esperanza.
En la primera lectura que escuchamos, tomada del libro de Daniel, encontramos la teología de la historia del pueblo de Israel, rodeado de las grandes potencias del tiempo, los asirios, los griegos, lo egipcios. Todos ellos poderosos, pero también destruyéndose unos a otros. La imagen del hijo del hombre nos da la idea de una nueva humanidad que surge como un imperio eterno, basado en el amor.
La segunda lectura, tomada del libro del apocalipsis, vemos la teología de la historia de la primera generación cristiana que es perseguida y que comienza su camino alejado del judaísmo. Jesucristo es el testigo fiel, cuyo camino hemos de seguir todos, haciendo una nueva comunidad, la de los creyentes.
El evangelio, de san Juan, nos presenta la teología de la historia de Jesús, que enfrentándose al culmen de su misión, en el silencio del siervo testimonia el Reino que quiere implantar. Jesús mismo sabe que su reino no es de este mundo, porque va más allá de él; el camino que ha trazado es el del amor al prójimo, que se expresa en la donación de sí mismo y de la muerte en cruz.
Por estas ideas que nos presenta la palabra este domingo, celebramos la solemnidad de Cristo, Rey del universo. Es la teología de la historia que debemos tener como cristianos: frente a las dificultades del mundo, hay alguien que ya las ha vencido; frente a las dificultades personales, Jesús nos enseña que el camino del amor puede vencer todo obstáculo de nuestra vida.
El Reino de Dios, que es una realidad invisible, se hace visible en nuestra vivencia de Iglesia, en la manera que vivimos los valores del evangelio, en la forma en que dejamos que Dios siga interviniendo en nuestra historia personal y universal. Solo de esta manera podemos centrar la mirada en ese Rey que no tiene más que lacorona del servicio, el cetro del amor, y el manto de nuestra ayuda solidaria.
Es la conclusión del año litúrgico. Que el centro de nuestra historia, Jesús, sea también nuestra meta. Que nuestro testimonio, sea la construcción de unahumanidad nueva, y podamos vencer el odio, el rencor, la ideología, el egoísmo, por la verdad, la justicia y la fraternidad.